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Y amanecimos hoy con una nueva Constitución


Todos los periódicos de la mañana de hoy miércoles amanecieron con un titular: Nueva Constitución. Sin embargo, para quienes tenemos dos centímetros de frente nos surgen preguntas referentes a esta nueva Carta Magna.


Hay quienes opinan (yo soy uno de ellos) que esta nueva Constitución es puro bulto. Si la anterior no la respetaban y se burlaban de ella todos los días, con esta será la misma historia.

Un proyecto que por meses fue utilizado como “tapa escándalos”, que mantenía entretenida a la opinión pública y desviaba la atención de otros temas de importancia, hoy ve la luz sin implicar mayores cambios para el día a día de los dominicanos.

Aunque el tema de la Constitución se mantuvo sonando en los medios de comunicación por muchos meses, todavía hoy se le pregunta a cualquier persona en la calle si conoce el texto aprobado y su respuesta será no. Triste es la realidad de que ni las personas que la aprobaron la conocen a la perfección.

Esta nueva Carta Magna, aunque el presidente Fernández y Reynaldo Pared digan que es del siglo XXI, es una Constitución que representa retrocesos (como el famoso artículo 30) e incluye un reguero de palabrerías que lo que hacen es complicar la vida.

Y es que el texto aprobado no representa los intereses de todos los dominicanos. Es un texto que surgió en la mente de nuestro Presidente y que fue promulgado según su criterio y deseo. Es así, que esta es la Constitución de Leonel, no la Constitución Dominicana.

De no ser así, ¿cómo se explica el abandono por parte del proyecto presidencial de 35 propuestas del proyecto constitucional formulado por la Comisión de Juristas integrada también por el decreto presidencial 323 del 2006 y elaborado en base a las propuestas de mayor nivel de consenso de la citada consulta?

¿Cómo se explica que no se hayan incluído 30 de las 77 propuestas de la Consulta Popular para la modificación constitucional amparada en el decreto presidencial de fecha 03/02/2006, como por ejemplo la unicidad del poder público, el referendo ciudadano para la aprobación de los tratados de integración internacional, la revocatoria del mandato, el mantenimiento de las elecciones nacionales y locales en fechas diferentes, la reelección presidencial de acuerdo a la Constitución vigente, la independencia del Ministerio Público, la vía constituyente para la reforma de la Constitución siempre que se trate de un nuevo texto para asegurar su legitimidad?.

Ya veremos como en varios años (sino meses), vendrá otra reforma que representará los intereses del gobernante de turno.

Por lo menos todo este “bulto constitucional” sirvió para que la clase política dominicana se transparentara y demostrara que todos son lo mismo (¿a quién se le ocurre que el Presidente del país va a firmar un acuerdo con su ex rival en las elecciones, quien para la fecha de la firma no poseía ningún cargo en el partido que supuestamente estaba representando?). Esa firma demostró que la Constitución iba porque iba, tal cual deseaban los poderosos del país, y por más protestas, charlas, conferencias y discursos que diera la clase pensante, esa Constitución no iba a cambiar.

Todo este tema constitucional, a fin de cuentas, es mucha espuma, mucho bulto; pues ya veremos que el dominicano promedio, ajeno al poder, no se beneficiará de los grandes atributos que Leonel y quienes le aprobaron le quieren pintar. Más nos veremos afectados los ciudadanos que seguimos sin derechos políticos, las mujeres con problemas de embarazo, los ciudadanos que una vez más elegirán con el retrógrado método de arrastre presidencial a sus representantes, entre otros.

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